El anillador de la Sierra Sur detecta pájaros que recorren casi 3.000 kilómetros en unos 40 días
Desde hace 35 años Eusebio Gómez ayuda con su trabajo al conocimiento y conservación de aves. Algunas como el mosquitero musical vuelan desde Suecia al sur de España
Las manos de Eusebio Gómez se mueven con destreza para liberar a un minúsculo verdecillo común. El espécimen ha quedado atrapado en una de las redes reglamentarias instaladas en el Refugio de la Serpiente cuando intentaba posarse en uno de los bebederos de la estación ornitológica.
Con una delicadeza hipnótica, el pájaro queda en segundos al cobijo del firme pero delicado tacto de este anillador de El Rubio. «Este momento es muy delicado. Hay que hacerlo rápido pero con cuidado, para evitar que el pájaro sufra o se ponga nervioso», explica ante las caras sorprendidas de varios niños.
Han pasado 35 años desde que el rubeño dio un paso más en su interés por la Naturaleza. «Desde entonces estoy en un constante aprendizaje que me ha permitido conocer mejor las características de las aves», afirma a ABC Provincia. Tras un largo proceso de formación y salidas al campo con otros investigadores, Eusebio consiguió el carnet de anillador en 1992. «Tuve el apoyo de mi amigo Manolo Vázquez, que me avaló ante la Estación Biológica de Doñana», apunta.
Estudio y conservación
Como anillador cualificado, Eusebio dedica gran parte de su tiempo libre como herrero y carpintero en el marcaje de las aves para su estudio y conservación. Tras reunir varios ejemplares, los miembros del grupo ornitológico Zamalla, ayudan a Eusebio con el resto del proceso de anillamiento.
El rubeño toma con cuidado una de las coloridas bolsas de tela que guardan a los pájaros que han sido liberados de las redes. «El anillador debe tener la capacidad de anillar aves, siempre bajo unas normas que garanticen la seguridad de estas», explica al auditorio que asiste a una de sus sesiones de anillamiento científico.
Un carnet para pájaros
En ese momento, mientras uno de sus compañeros anota los datos de cada ejemplar, Eusebio procede a medir las alas del ave, comprueba sus características, su sexo y posteriormente lo pesa en un pequeño tubo desde el que, en ocasiones, se puede ver la cola del pájaro.
«El anillamiento científico consiste en el marcaje individual de cada ejemplar para su identificación. Éste se hace con la colocación de una anilla metálica con una numeración y un remite con el país de donde provienen estas anillas». Hace las veces de un carnet de identidad para aves
Gracias a esta paciente labor de documentación se pueden extraer datos biométricos y fisiológicos de los pájaros. Además se pueden seguir sus rutas migratorias, los lugares de invernado y reproducción e incluso su índice desupervivencia o tendencia poblacional.
Afirma que «es una herramienta muy eficaz para el estudio de muchas especies y puede ayudarnos a conocer los problemas a los que se enfrentan para corregirlos». De hecho toda la información recogida se introduce en una base de datos que se envía a las entidades correspondientes para centralizarlas en la oficina de anillamiento de cada país.
Una vez ha sido pesado el pájaro, Eusebio entrega con cuidado el tubo que lo contiene a una de las niñas asistentes. Tras la toma de datos llega la parte más feliz, la de su vuelta a la libertad. Una vez pasados esos minutos de estupor, el ave vuelve junto a sus vecinos de árbol mostrando un poco de ofuscación en sus trinos. «Con la información que se consigue a través del anillamiento se están realizando estudios de conservación».
Un experto en la Sierra Sur
Siendo un niño, Eusebio mostró un particular interés por la naturaleza.Recuerda cómo «hacía colecciones de cromos que llegaban a mis manos, e incluso le insistía mi madre para que comprase unas cajas de cerillas que venían ilustradas con animales». Y de entre todos sus intereses, las aves se convirtieron en su principal pasión. «Siempre me ha llamado la atención la capacidad de los pájaros para hacer largos desplazamientos, para ir de lugares de reproducción hasta los de invernada» señala.
Esos vuelos les llevan en ocasiones a recorrer miles de kilómetros. Por ejemplo recuerda un ejemplar de mosquitero musical que recogió por la Sierra Sur y que se desplazó desde Suecia. «Un ave de unos 8 gramos había recorrido casi 2.800 kilómetros en unos 41 días.»
Y es precisamente desde su tierra natal, en las zonas de El Rubio y la comarca, donde Eusebio ha desarrollado gran parte de su labor. Desde su entrada en la Sociedad Española de Ornitología, y su posterior participación en grupos como el desaparecido Leo Biaggi o de Zamalla, se ha convertido en un atento vigilante de las diferentes especies de la Sierra Sur. Un protector que se deja notar en las zonas de río Blanco, la cantera del Duende, la Sierra Sur, la Laguna del Gobierno y el bosque de pino carrasco entre Gilena y Estepa.
Fuente de la noticia: ABC de Sevilla 14/01/2016 (El anillador de la Sierra Sur)
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